El porcellanato ya no es solo un material funcional: hoy se ha convertido en el lienzo perfecto para crear ambientes con personalidad propia. Cada pieza es una oportunidad de contar una historia, de marcar un estilo y de transformar un espacio en algo único.
Colores que hablan por vos
El color es el primer elemento que transmite emociones. Un porcellanato en tonos claros y neutros puede abrir la percepción de amplitud en un living, mientras que uno en tonos oscuros genera un clima sofisticado y elegante. En proyectos de autor, los contrastes fuertes (como blanco y negro) se usan para resaltar piezas de mobiliario icónicas.
Texturas que invitan a sentir
Las texturas llevan el diseño a otro nivel. Un acabado mate transmite calidez y calma, ideal para dormitorios; mientras que un pulido brillante aporta lujo y modernidad en halls de entrada o recepciones. Incluso, las texturas que imitan madera o piedra natural permiten acercar la naturaleza a los interiores sin resignar la practicidad del porcellanato.
Patrones que transforman
El formato y la disposición también cuentan. Colocar placas en espiga o en diagonal cambia por completo la percepción de un ambiente. En un living, por ejemplo, generar un patrón de hexágonos de distintos tonos puede convertirse en el sello visual del espacio.
Proyectos que inspiran
Arquitectos de vanguardia están usando porcellanatos de gran formato, para lograr superficies continuas que simulan esculturas minimalistas. Otros, en cambio, combinan placas pequeñas en paredes de baños para generar murales artísticos que sorprenden a los usuarios.
Un lenguaje propio
El porcellanato, en definitiva, es mucho más que un revestimiento: es el lenguaje que te permite hablar de estilo, innovación y personalidad. Ya sea en una vivienda familiar, en un hotel boutique o en una oficina creativa, el porcellanato es el recurso ideal para que los espacios transmitan lo que vos querés comunicar.